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A los 96 años murió Ramón Ayala, emblema de la música del Litoral
El emblema de la música del Litoral del país, Ramón Ayala, murió el jueves por la noche a los 96 años en el Sanatorio Güemes, a causa de una neumonía que fue complicando su cuadro de salud.
La familia informó que los restos del músico serán despedidos mañana en una casa velatoria del barrio de Almagro, mientras que la despedida será el sábado por la mañana en el Cementerio de Chacarita.
El velatorio del poeta, artista plástico y compositor se realizará este viernes entre las 12 y las 20 en la calle Quito 3778. “El sábado invitamos a acompañar el cortejo fúnebre a las 11 en Chacarita acceso a Crematorio”, completaron los familiares del artista, de acuerdo con la información a la que pudo acceder Télam.
Ayala permaneció internado durante una decena de días en Sanatorio Güemes por una neumonía que fue agravando su estado de salud. Finalmente, murió el jueves por la noche.
El emblema del folklore argentino nació el 10 de marzo de 1927, en Guarupá, bajo el nombre de Ramón Gumercindo Cidade, y a lo largo de toda su vida se desempeñó como poeta y artista plástico.
Tras la muerte de su padre, se instaló en Buenos Aires junto con su madre y, desde ese momento, comenzó sus primeros pasos en la música al aprender de manera intuitiva a tocar la guitarra. Tal como lo presenta en su libro “Confesiones a partir de una casa asombrada”, describió esta etapa de su vida como una casa prestada, una muestra de solidaridad pueblerina con la familia caída en desgracia luego de la muerte del padre.
Desde entonces, inició un camino que lo llevó a escribir reconocidas canciones que sonaron en las voces de Mercedes Sosa o Liliana Herrero. Fue autor de más de 300 temas, algunos instalados hace tiempo en el cancionero popular argentino, como Posadeña linda o El cosechero, canciones con historia como El mensú, que, según cuenta el propio Ayala en el relato que cierra su libro, el Che Guevara cantaba en los campamentos de Sierra Maestra; o El cachapecero.
De igual forma, también se destacó como poeta, escritor y artista plástico. En ese sentido, en una entrevista brindada a Infobae en 2018, evitó identificarse con alguna de estas profesiones y, por el contrario, se definió como una persona “ultrasensible”. “La palabra que me define yo creo que sería sensibilidad. O mejor: ultrasensibilidad. Sin ánimo de querer hacerme el altruista”, dijo en esa oportunidad.
En la música, también se le adjudica la creación del gualambao, al que definió en su libro como “Un ritmo que tenía sinuosidad de río, movimiento del viento por las lomas, el andar balanceado de los hombres, el vuelo de las garzas sobre la selva, el entrar y salir del remo en el agua”. En este contexto, también introdujo la guitarra de diez cuerdas para poder desplegar este nuevo ritmo. “Ya la guitarra era algo exótica, era una personaja extraña. Y yo no alcanzaba a doblegarla. Así que de pronto iba a tocar y me salía un gualambao. Yo aproveché bien todas estas emanaciones y me lancé. Porque hay que hacerle caso al cuerpo. Si no le hacés caso al cuerpo, estás perdido”, explicó en su diálogo con este medio.
En el mundo de la poesía, otro invento suyo fueron las décimas “ayalianas”, es decir, estrofas de diez versos. “Lo importante es que suenen bien. Yo le busco la música a las palabras. A veces noto que en algunos poetas les falta ese temblor que tiene la palabra, que lo da el criterio musical. Porque la música nació con el hombre. Hay que estar con ella. Música y palabra tienen que ir parejas porque son femeninas. Y la mujer es el acontecimiento más bello del planeta”, reflexionó al respecto.