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La Marilyn de Warhol se vendió en 170 millones de dólares y ya es la segunda obra más cara del arte
Una emblemática pieza de Andy Warhol (1928-1987), el icónico rostro de Marilyn Monroe, “Shot Sage Blue Marilyn”, una serigrafía sobre lienzo, de un metro por uno que el rey del arte pop realizó en 1964, se vendió la noche del lunes por 170 millones de dólares y se convirtió en la segunda obra más cara de la historia, detrás de una pintura de Leonardo da Vinci.
“Hay algo de tensión en la sala”, se le escuchó decir al martillero de la subastadora cerca de las 10 de la noche cuando finalmente se llegó al lote más esperado de la noche, la Marilyn de Warhol, con varios postores por teléfono y otros en la sala. Si bien se esperaba que pudiera recaudar 200 millones de dólares alcanzó la exorbitante cifra de 170 millones que, con la sumatoria de impuestos (un total de 195 millones), desplazó del segundo lugar del ranking mundial de obras más caras al español Pablo Picasso.
Minutos después de las 20 (hora de Argentina) comenzó la transmisión en vivo vía web de la subasta de primavera de la casa Christie’s con sede en nueva York, a sala llena y con postores desde distintas partes del mundo, en lo que fue la primera parte de la venta de obras pertenecientes a la colección de Thomas y Doris Ammann.
“Bienvenidos al Rockefeller Center, a la subasta de Christies que abarca una selección excepcional incluida una sublime Marilyn de Andy Warhol. Recuerden que todo lo recaudado será donado a fundaciones de caridad”, había apuntado el martillero en el comienzo de la subasta que alcanzó también piezas destacadas de Robert Ryman, Francesco Clemente, Sturtevant, Cy Twombly o una obra de Roy Lichenstein que se vendió en 1.800.000 dólares.
La estrella del lote, “Shot Sage Blue Marilyn” (que en español se podría traducir como «Disparo de Marilyn azul salvia») o el “american dream” como la definieron en la subasta, había sido adquirida en la galería Gagosian en 1986 y se convirtió esta noche en la obra del siglo XX más cara vendida en una subasta, aunque minutos antes otras piezas de Warhol habían cambiado de manos, como fue el caso de la famosa “Flowers”, vendida en 13,5 millones de dólares.
La venta al mejor postor comenzó bien arriba, en cien millones de dólares y en pocos minutos escaló hasta alcanzar la cifra final de 170 millones de dólares, a lo que el martillero advirtió: “Última chance. Es una advertencia justa. Vendido a un postor en la sala”, anunció a los que competían por teléfono, pero quedaron fuera de la puja, frente a los arrolladores 195 millones.
De este modo, detrás del “Salvator Mundi” atribuido a Leonardo da Vinci y vendido en 2017 por 450 millones de dólares -en la misma subastadora, Christie’s- se ubica ahora el mítico rostro de Monroe, inmortalizado por Andy Warhol, que alcanzó esta noche una cifra récord. Detrás, le siguen en el ranking de las obras subastadas más caras de la historia “Las mujeres de Argel” de Picasso (US$ 179.365.000), “Desnudo acostado” de Amadeo Modigliani (170.405.000) y otro Modigliani del año 1917 (US$ 157.159.000).
La historia detrás del título
Según la leyenda, la obra recientemente vendida de Warhol debe su título a un incidente ocurrido en 1964 -mismo año en que fue realizada- en el taller de Andy Warhol en Manhattan: una mujer que lo visitaba preguntó al artista si podía “fotografiar” los cuadros (shoot en inglés), pero cuando el oriundo de Pittsburgh le dio su permiso, la mujer sacó un arma y disparó (shot) a la serie de cuatro lienzos de Marilyn, rasgaduras que el propio Warhol luego se ocupó de reparar.
La icónica obra -que procede de la Fundación Thomas y Doris Ammann, una histórica galería de arte de Zurich, que destinará todo lo recaudado de la venta a una fundación benéfica- muestra la imagen de la actriz estadounidense en el famoso retrato realizado -un fotograma publicitario- para la película «Niágara» de 1953, de Henry Hathaway, un film noir protagonizado por Monroe estrenado en español con el título Torrente pasional.
La obra de Warhol muestra a la actriz con el rostro rosado, los labios rojos, el pelo rubio y una sombra de ojos azul sobre un fondo en azul claro (sage blue, en inglés).
Cuando se anunció la venta de la obra, en abril pasado, el presidente de Christie’s para el Arte del Siglo XX y XXI, Alex Rotter, dijo que la obra de Warhol “es la cúspide absoluta del Pop-Art y la promesa del Sueño Americano encapsulando en el optimismo, la fragilidad, la celebridad y la iconografía a la vez. Junto con ‘El nacimiento de Venus’ de Botticelli, ‘La Gioconda’ de Da Vinci y ‘Las señoritas de Avignon’ de Picasso, Marilyn de Warhol es sin duda uno de los mejores cuadros de todos los tiempos”.
Esta obra canónica del artista pop grabada a fuego en el léxico visual de la historia del arte, ha sido expuesta ampliamente en instituciones de primer nivel de todo el mundo, como el Museo Guggenheim de Nueva York, el Centro Georges Pompidou de París, la Tate Modern de Londres, el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, la Royal Academy of Arts de Londres, la Neue Nationalgalerie de Berlín, el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, la Fondation Beyeler y el Pasadena Art Museum, entre otros.
Warhol y su arte
Warhol hace mucho más que insertar en sus obras de arte todo aquello que aparece en los medios de comunicación, es decir, el lenguaje visual de la sociedad de consumo: presenta aquí a Marilyn como un objeto de veneración, mercantilizada, tratando de capturar también la vulnerabilidad detrás de la construcción pública de la mujer más deseada de Estados Unidos, la persona privada cuyos propios deseos siempre estuvieron más allá de su dominio. Su muerte, en 1962, reunió dos de las principales preocupaciones de Warhol: la muerte y la celebridad. Y marcó un antes y un después en la carrera del creador.
Alguna vez, el artista recordó que en el momento en que se enteró de la noticia -el mismo año en que mostró en una galería una larga serie de sopas Campbell, pero pintadas con acrílico sobre lienzos- decidió ensayar serigrafías de la figura de Marilyn, “de su hermoso rostro”, siempre basadas en el fotograma de la película «Niágara». De este modo, con la actriz, es la primera vez que Warhol decide volcarse a la serigrafía, una técnica propia de la publicidad, y que él fue responsable de introducir en el ámbito de las bellas artes. Era una técnica masiva, de reproducción, repetitiva, que elimina la manualidad, perfecta para convertir el imaginario popular en obras de arte, tal como él deseaba. En 1962, entonces, la carrera del artista despegó.
Warhol retrató en sus obras numerosas celebridades (Elvis Presley, James Dean, Jackie Keneddy), pero también a criminales, suicidios y accidentes de autos. Realizó más cien películas protagonizadas por chicas de la alta sociedad, drag queens, mujeres trans que frecuentaban su estudio The Factory, creó la revista de chimentos Interview, realizó instalaciones para los conciertos de The Velvet Underground y sufrió un intento de asesinato por parte de una admiradora en 1968, hechos que también contribuyeron a perpetuar el mito del excéntrico artista.
Con sus gafas de sol y su peluca color platino, el creador se convirtió en el emblema de la extravagancia del Nueva York de los años 60, donde se mostraba como un artista glamoroso e inexpresivo. En los 80, se rodeó de los artistas más jóvenes que dominaban la escena neoyorquina, como Jean-Michel Basquiat y Keith Harring. Warhol murió inesperadamente en 1987 tras una operación rutinaria.