En las últimas horas, la Justicia ordenó una serie de allanamientos que se concretaron en el hotel de Palermo, en la calle Costa Rica al 6000, donde murió el cantante tras caer del balcón de la habitación que ocupaba en el tercer piso; en un campo de polo, situado en General Rodríguez; en dos departamentos de Palermo, otro en Retiro y el restante en Abasto; en una casa situada en Tigre; en una vivienda de Homero al 2800, en Lomas de Zamora y en un inmueble situado en Ushuaia al 300, en Altos de Isidro Casanova, en el partido de La Matanza.
Los operativos se concretaron un día antes que los restos de Payne fueran llevados en un vuelo de British Airways a Gran Bretaña. La Justicia autorizó la entrega del cuerpo el viernes pasado, después que concluyeron los estudios toxicológicos e histopatológicos para determinar cuál fue la causa de la muerte del artista. El avión con los restos del cantante partió con demora debido a la asamblea realizada por el personal de la empresa a cargo del servicio de cargas y equipajes en el aeropuerto de Ezeiza.
Según fuentes de la investigación, ocho de los nueve domicilios allanados están relacionados a los tres imputados en el expediente que se instruye en el juzgado Criminal y Correccional N° 34, a cargo de la magistrada Laura Bruinard.
La decisión de los investigadores judiciales de identificar a los responsables de haber suministrado drogas a Payne se fundó en los resultados de la autopsia que indicaron que el artista había consumido cocaína antes de arrojarse desde su habitación del tercer piso al patio interno del hotel.
El único operativo realizado en un objetivo que no pertenece a ninguno de los tres acusados se realizó en la casa de Ushuaia al 300, en Altos de Isidro Casanova. Allí, en una construcción con un living comedor que también es cocina y habitación, vivía L., una de las dos mujeres que estuvieron con Payne horas antes de que se arrojó desde una altura superior a los 15 metros.
Consultada por LA NACION, la vecina afirmó que hacía tiempo que nadie vivía en esa casa. Sin embargo, la luz encendida y un perro que no cesaba de ladrar indicarían que la vivienda era habitada por alguien que se tuvo que marchar presurosamente.
Tanto L. como A. -iniciales de los nombres de pila de ambas mujeres- llegaron al hotel, supuestamente convocadas por Payne, a través de una aplicación de acompañantes llamada “Gemidos”. Según declaraciones de testigos, ambas mujeres quisieron cobrarle US$ 5000 dólares al artista, pero Payne se negó a pagar. Así se generó una discusión entre A. y L. con Payne, se excedió los límites de la habitación y llegó a la recepción.
Debido a que ambas mujeres se negaban a retirarse sin cobrar y a que Payne no quería pagar, uno de los encargados del hotel se comunicó con el amigo del exlíder de One Direction para que mandara el dinero. Pero no hubo respuesta del empresario argentino. Entonces, luego de la mediación del responsable de la recepción del hotel, L. y A. se retiraron.
Ambas mujeres fueron las últimas personas que vieron con vida a Payne y declararon como testigos. No obstante, una de ellas aparece en la mira de los investigadores judiciales debido a que no pudo explicar si Payne la convocó al hotel o fue alguno de los empleados.
La situación de la acompañante se complicó porque en la casa en la que vivía en Altos de Isidro Casanova, los investigadores hallaron un frasco con marihuana. Según pudo comprobar este cronista, después de la muerte de Payne, L. no regresó al lugar. Se estableció que pasó por la casa de su madre, situada en la misma zona de La Matanza.
Los funcionarios judiciales están sobre sus pasos debido a una serie de contradicciones en las que incurrió durante su declaración. Aunque todavía no fueron imputadas.
La Nación